Es sabido que la finalidad de la escuela es favorecer el crecimiento y la maduración del alumno/a en todas sus dimensiones. Que no se reduce su función a la mera transmisión de saberes.
La escuela cultiva facultades, desarrolla capacidades, educa actitudes, hace referencia a unos valores, introduce en el patrimonio cultural que nos ha sido dado, prepara para la inserción en la sociedad presente, transmite una interpretación de la historia, una manera de entender la vida, una orientación para el futuro.
Es sabido que la finalidad de la escuela es favorecer el crecimiento y la maduración del alumno/a en todas sus dimensiones. Que no se reduce su función a la mera transmisión de saberes.
La escuela cultiva facultades, desarrolla capacidades, educa actitudes, hace referencia a unos valores, introduce en el patrimonio cultural que nos ha sido dado, prepara para la inserción en la sociedad presente, transmite una interpretación de la historia, una manera de entender la vida, una orientación para el futuro.
En todo este recorrido la escuela no puede ser neutra. Al plantearse el problema del hombre, al menos como pregunta, surgirá el tema de Dios. No puede estar ausente la respuesta desde lo religioso.
Desde este convencimiento nuestra acción educativa abarca las tres dimensiones que constituyen una unidad en la persona humana:
Expresamos así el alcance que atribuimos a la formación integral y afirmamos que la escuela es un lugar privilegiado para la educación del hombre.
La educación de esta dimensión supone el desarrollo armónico, natural, progresivo y sistemático de todas las facultades del hombre.
La formación de la dimensión biopsicológica de la persona incluye el desarrollo de sus posibilidades fisicomotoras y psicomotoras. Nuestra escuela ofrece un amplio abanico de actividades que podemos programar y realizar con esta intención: el juego, la psicomotricidad, la expresión corporal, la gimnasia, la danza, la iniciación deportiva y las actividades al aire libre.
Damos la debida importancia al trabajo intelectual para que cada alumno/a desarrolle al máximo sus posibilidades. Procuramos estimularles en la búsqueda de la verdad, lo que le facilita el acceso al saber, la interpretación y valoración de la realidad y la inserción crítica en el contexto socio-cultural.
La educación de la afectividad es fundamental para el desarrollo equilibrado y armónico de toda la persona.Por eso, nos esforzamos por crear en nuestra escuela unas relaciones personales serenas, abiertas y equilibradas, que favorezcan el auténtico encuentro educativo, y ayuden a nuestros alumnos/as a: confiar y tener seguridad en sí mismos, autocomprenderse; valorar su propio cuerpo; integrar la sexualidad en el amor; relacionarse objetivamente con el mundo, con las cosas, y establecer relaciones sanas de amistad con los otros.
Nuestra escuela pretende llevar a cabo una educación que, enraiza en su realidad temporal y geográfica, lleve al alumno/a a comprometerse en la continua transformación de la sociedad. De acuerdo con este criterio:
Mediante:
Potenciando el sentido de la libertad personal mediante una educación que desarrolle la decisión responsable del hombre.
Creando un espacio educativo que favorezca la maduración en la libertad, en que los educadores actuen como seres libres y respetuosos de la libertad de los demás; y los alumnos/as adquieran un concepto claro y auténtico de la misma y aprendan a actuar con convicción propia y responsabilidad.
Inspirado, siempre, nuestro proyecto educativo: objetivos y métodos en la carisma liberador de nuestro Instituto para ayudar a los alumnos/as a superar cualquier esclavitud que le oprima en su “yo profundo e individual” o en su dimensión “social”, y se abran a la comunión filial con el Padre y una relación de fraternidad.
Entendemos que la escuela contribuye a la justicia desde su misma raíz. Si la escuela forma personas de corazón justo, está colaborando a suprimir la injusticia.
Fomentamos la solidaridad con los más pobres, comenzando por el entorno inmediato, como exigencia de la igualdad básica entre todos los hombres.
Nos proponemos preparar a los alumnos/as para ser defensores y constructores de un mundo pacífico, y favorecer la convivencia y el respeto entre todos, superando cualquier tipo de discriminación.
Así nuestra escuela educa socialmente siendo ella misma ámbito para la iniciación en la vida social.
Nuestra escuela asume la dimensión religioso-cristiana del hombre y de la humanidad como una dimensión esencial del ser humano, al promover el crecimiento integral del alumno/a.Cristo es el fundamento de nuestro proyecto educativo porque El propone el sentido nuevo de la existencia y hace al hombre capaz de pensar y actuar según el espíritu de las Bienaventuranzas.Consecuentemente, en nuestros planteamientos educativos promovemos:
De entre los valores que deben caracterizar el ambiente educativo de nuestra escuela subrayamos:
La coherencia entre la fe y el conjunto de los saberes, valores, actitudes y comportamientos, que desarrolla la escuela, conducen de este modo, a la síntesis personal ante la fe y la vida de los creyentes que formamos la Comunidad Educativa.
Y mediante su estudio sistemático, ayudar a dar respuesta a los grandes interrogantes de la persona y contribuir a la formación de una actitud crítica y comprometida respecto de la sociedad.
Que prepara a la Comunidad Educativa para la acogida gozosa de la fe y su libre respuesta.
Que ayuda a los creyentes en su progresiva maduración cristiana mediante la oración, la profundización de La Palabra, la participación en los Sacramentos y la celebración de la fe.
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